Paso de Palio
El paso de palio tiene un gran valor simbólico. En su totalidad, representa a la Iglesia recibiendo el Espíritu Santo en Pentecostés, cuando quedó constituida la primera comunidad eclesial.
María, concebida sin pecado original, se nos presenta sobre una estructura que hace de trono y de Altar itinerante que la eleva, mediante la peana, para mostrarla a todos los que la subieron en cuerpo y alma a los cielos y da preeminencia al paso, como destacada fue su figura en la historia de la Salvación y en el seno de la Iglesia.
A diferencia del Paso de Cristo, el de la Virgen de la Amargura sí se sabe quién lo hizo. Tanto la peana como los respiraderos de nuestro paso de palio son obra de Eduardo Seco Imbert, de Sevilla. Fueron restaurados por Orfebrería Orovio y entregados a la cofradía en la Cuaresma de 2003. Están datados, según inscripción que aparece en una cartela de la trasera, en 1949. En la cartela frontal va el escudo de Pozoblanco y, ligado a él, la Cruz de Malta. Y en las cartelas laterales aparecen las inscripciones latinas "AMARITUDINE PLENA SUM THREN" y "REPLEVIT ME AMARITUDINE THREN".
El orfebre Seco Imbert cincela también la Corona de camarín de la Virgen de la Amargura de Sevilla, que mantiene un asombroso parecido a la que Ntra. Sra. de la Amargura utiliza en la estación de penitencia del Jueves Santo desde su primera salida, por lo que suponemos que ésta pertenece a su obra. La corona -signo de realeza- aparece junto a una aureola -signo de santidad-, rodeadas con ráfagas de rayos y estrellas, tal y como se describe en el Apocalipsis.
Los palios constan de techo y bambalinas que, según su corte, pueden ser de cajón o de caída. Al centro del techo de palio se le denomina Gloria del palio. Nuestro palio es de bambalina con caída y está partida. Se realiza bajo la técnica de aplicación por Ángel Parejas en el año 1992, con motivo del 50 aniversario Fundacional de la Cofradía, y en su Gloria aparece la imagen de María Auxiliadora.
Para sostener el palio, que proclama los privilegios que Dios concedió a la Corredentora, aparecen doce varales altos, esbeltos y fuertes, que expresan la firmeza y la constancia de los doce apóstoles, verdaderas columnas de la Iglesia de Cristo. Los actuales, adquiridos en Córdoba en 1998 con motivo de la recuperación del paso a costaleros, están cincelados en alpaca y conservan los basamentos de los primitivos.
En las jarras que rodean al paso, llamadas jarras de entrevarales, se colocan las flores simbolizando las ofrendas de los fieles en muestra de su devoción. Los cirios de la candelería son signo figurativo de las lenguas de fuego que el Espíritu Santo hizo descender sobre la Iglesia en la Noche Pascual. La calle divide a la candelería en dos partes simétricas y simboliza el camino que, a través de la Reina de los Cielos, nos conduce a Cristo.
En el frontal del paso nos encontramos con el llamado y la imagen de San Juan Bosco y Santo Domingo Savio.
El largo manto procesional es símbolo de su soberanía celestial y de su acogimiento, protección y refugio maternal bajo él, de todos los critianos. El Jueves Santo de 2001, la Virgen estrenaba un nuevo manto de terciopelo granate de algodón en el que se habían traspasado los bordados de oro fino del original, tras una previa limpieza. El trabajo se realizó en los Talleres de Carmen Checa, donde se le añadió una nueva cartela que enmarca la Cruz de Malta.
La saya se ciñe a la cintura con el cíngulo, cinturilla o fajín que es alegoría de su virginidad y su consagración a Dios. La toca de sobremanto se coloca en recuerdo de las mantillas populares. La que se utiliza en la estación de penitencia fue ejecutada por el bordador del palio.
María, concebida sin pecado original, se nos presenta sobre una estructura que hace de trono y de Altar itinerante que la eleva, mediante la peana, para mostrarla a todos los que la subieron en cuerpo y alma a los cielos y da preeminencia al paso, como destacada fue su figura en la historia de la Salvación y en el seno de la Iglesia.
A diferencia del Paso de Cristo, el de la Virgen de la Amargura sí se sabe quién lo hizo. Tanto la peana como los respiraderos de nuestro paso de palio son obra de Eduardo Seco Imbert, de Sevilla. Fueron restaurados por Orfebrería Orovio y entregados a la cofradía en la Cuaresma de 2003. Están datados, según inscripción que aparece en una cartela de la trasera, en 1949. En la cartela frontal va el escudo de Pozoblanco y, ligado a él, la Cruz de Malta. Y en las cartelas laterales aparecen las inscripciones latinas "AMARITUDINE PLENA SUM THREN" y "REPLEVIT ME AMARITUDINE THREN".
El orfebre Seco Imbert cincela también la Corona de camarín de la Virgen de la Amargura de Sevilla, que mantiene un asombroso parecido a la que Ntra. Sra. de la Amargura utiliza en la estación de penitencia del Jueves Santo desde su primera salida, por lo que suponemos que ésta pertenece a su obra. La corona -signo de realeza- aparece junto a una aureola -signo de santidad-, rodeadas con ráfagas de rayos y estrellas, tal y como se describe en el Apocalipsis.
Los palios constan de techo y bambalinas que, según su corte, pueden ser de cajón o de caída. Al centro del techo de palio se le denomina Gloria del palio. Nuestro palio es de bambalina con caída y está partida. Se realiza bajo la técnica de aplicación por Ángel Parejas en el año 1992, con motivo del 50 aniversario Fundacional de la Cofradía, y en su Gloria aparece la imagen de María Auxiliadora.
Para sostener el palio, que proclama los privilegios que Dios concedió a la Corredentora, aparecen doce varales altos, esbeltos y fuertes, que expresan la firmeza y la constancia de los doce apóstoles, verdaderas columnas de la Iglesia de Cristo. Los actuales, adquiridos en Córdoba en 1998 con motivo de la recuperación del paso a costaleros, están cincelados en alpaca y conservan los basamentos de los primitivos.
En las jarras que rodean al paso, llamadas jarras de entrevarales, se colocan las flores simbolizando las ofrendas de los fieles en muestra de su devoción. Los cirios de la candelería son signo figurativo de las lenguas de fuego que el Espíritu Santo hizo descender sobre la Iglesia en la Noche Pascual. La calle divide a la candelería en dos partes simétricas y simboliza el camino que, a través de la Reina de los Cielos, nos conduce a Cristo.
En el frontal del paso nos encontramos con el llamado y la imagen de San Juan Bosco y Santo Domingo Savio.
El largo manto procesional es símbolo de su soberanía celestial y de su acogimiento, protección y refugio maternal bajo él, de todos los critianos. El Jueves Santo de 2001, la Virgen estrenaba un nuevo manto de terciopelo granate de algodón en el que se habían traspasado los bordados de oro fino del original, tras una previa limpieza. El trabajo se realizó en los Talleres de Carmen Checa, donde se le añadió una nueva cartela que enmarca la Cruz de Malta.
La saya se ciñe a la cintura con el cíngulo, cinturilla o fajín que es alegoría de su virginidad y su consagración a Dios. La toca de sobremanto se coloca en recuerdo de las mantillas populares. La que se utiliza en la estación de penitencia fue ejecutada por el bordador del palio.
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